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lunes, 23 de abril de 2012

Puede ser que una vez la haya besado, ¡Quién es el que no besa a sus amigas! Pero tened presente que lo hice  sin darme cuenta bien de lo que hacía. No negaré, eso sí, que me gustaba su inmaterial y vaga compañía que era como el espíritu sereno  que a las flores domésticas anima. Yo no puedo ocultar de ningún modo la importancia que tuvo su sonrisa ni desvirtuar el favorable influjo que hasta en las mismas piedras ejercía.
Agreguemos, aún, que de la noche fueron sus ojos fuente fidedigna. Más, a pesar de todo, es necesario que comprendan que yo no la quería[...]  La olvidé sin quererlo, lentamente, como todas las cosas de la vida. 
                                                                                                                                                 Nicanor Parra.

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